Mi mágico amor
Suena
el celular a las cinco de la mañana, media dormida aún me desvisto y siento
recorre el agua calientita por mi cuerpo, empiezo abrir mis ojos rasgados por
el sueño… ay como ha cambiado mi cuerpo, mis cuarenta y un años y mis bellos
hijos lo han moldeado acorde a mi a vida, no es un cuerpazo, pero es perfecto
para mí, con el he compartido miles de experiencias desde la primera vez que vi
la luz, no las detallare, no me alcanzaría el papel y la tinta para describirlas…
ah caramba ahora recuerdo -deja de divagar y empieza a masajear placenteramente
el cabello para que las ideas fluyan libremente y acariciar tu cuerpo con la
esponja y el jabón que se ha hecho tarde-, me visto en un santiamén bajo las
escaleras para hacer la exposición en la cocina de los alimentos que mis
ángeles deseen llevar al colegio, entre tanto bebo todas mis aguas, mi agua de
un minuto al microondas, mi agua con mosh reposado una noche anterior y luego
el placer de la mañana el delicioso café, lo saboreo por sorbos, aunque camine
como loca por la casa tras mis retoños, recordándoles lo que ya recuerdan, cantándoles
la misma canción de todas las mañanas –ya se ha hecho tarde-, pero mi café lo
disfruto poco a poco, reconforta mi ser, recorre mi alma, amargo por que el
buen café se toma amargo y en un chispazo empieza amanecer mi día, mis
sentimientos trascurren a través de él, su aroma exquisito se impregna en mi
ser y su sabor único anda revoloteando conmigo en las carreras de la mañana, el
último traguito es maravilloso, que hace que desee un café más… se nos hace
tarde, el trayecto es tranquilo, después de tanto alboroto, mis tesoros se
quedan en el colegio y yo regreso nuevamente al ritual de mi mágico amor por mi
café.
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