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Letras, palabras, momentos, suspiros, espacios vacíos, círculos sin cerrar… cuando llega en fin de año solemos meditar o pensar o suelo hacerlo en lo que aconteció en el año, otro año más otro año menos, una bendición de vida, siento haber perdido mi inspiración de escribir, mi sensibilidad posiblemente se transformó o tal vez ya empecé a madurar, no lo sé, extraño poder expresar mis sentimientos, hoy veo la vida con otros ojos, la siento de manera diferente, deseo que mi esencia siga intacta, aún sigo confiando en el amor, aunque él no confía en mí o me protege tanto que me mantiene al margen de las consecuencias amorosas. No me puedo quejar, ha sido un año de muchos retos y cambios, que si me costaron algunos, no, otros fue una fuerza sobrenatural para realizarlos. A veces suelo sentirme sola rodeada de personas y sentirme acompañada cuando mi soledad es mi única compañía. En el peregrinaje de esto que llamamos vida, que para mí son momentos que van forjando mi destino, podría exponer miles de experiencias, pero mi objetivo no es ese, simplemente escribir para que en un futuro vuelva a recordar lo que el dieciocho de diciembre de dos mil quince escribí.
En una calle llena de gente, cada quien camina a su ritmo, unos sonríen, muy pocos he decir, otros caminas a pasos lentos, otros van a prisa, unos con la vista perdida en el horizonte, al final cada uno va acompañado con sus pensamientos y me llama la atención una chica que está sentada en una banca, con una expresión de tranquilidad y alegría observando al conglomerado de personajes que transitan en la calle, los observa, voltea a un lado y a otro, toma su lápiz y unas hojas amarillentas y escribe unas cuantas palabras, luego agarra unos crayones de colores brillantes y colorea sus letras, me siento a su lado, la saludo con un hola y me contesta cortes… hola qué onda como te va, pues le respondo bien gracias con miles de cosas en la cabeza pero todo bien y tú  que tal estas, pues bien fíjate acá pasando el tiempo o el tiempo viéndome pasar a mí, se miraba tan serena, tan mágica y tan sincera y empieza a contarme, fíjate que un día descubrí que la mara anda en sus vainas y yo andaba un poco loca y perdida y decidí escribir unas frases y decorarlas con colores, ya perdí la cuenta de cuanto he escrito, pero me intriga y me llama la atención las personas que solo pasan de largo y no observan por un momento lo que yo realizo, a pesar que les dijo buenos días, que le vaya bien, gestos con mis manos, les regalo una sonrisa y ellos como si nada y tú qué onda porque te sentaste en mi banca, la llamo así porque todos los días vengo hacerle compañía, le conteste que como la vi solita acompañada de lápices, hojas y lindos crayones pensé en sentarme y contagiarme un poco de su serenidad, a bueno me contesto. Había un café cerca y le pregunte si podíamos abandonar la banca e ir a tomar un café, era diciembre y hacia un poco de frió, órale contesto el café me inspira una sensación de no sé qué, tomo sus lápices, papeles y crayones y los metió en una bolsa, caminamos unas cuadras y llegamos al café llamado Amargo Amor… interesante nombre me dijo para un café, nos sentamos ella pidió un expreso y yo un capuchino con leche descremada y unas galletitas y a todo esto cómo te llamas le pregunte, Mía contesto  y vos cómo te llamas, Marcia y me dijo: Marcia tu pagaras el café y las galletas, la plática es gratis,  con gusto le dije, me observaba y yo la observaba a ella y empezó a reírse a carcajadas y me dijo somos un par de locas desconocidas bebiendo un café, así es le conteste, y porque aceptaste a tomar un café conmigo le pregunte, todo era un interrogatorio, y me contesto porque me pareciste buena onda y compartí mi banca contigo… que bien le conteste… y pregunto y porque te gusta el café, me quede un rato callada sin pensar nada y luego empecé elocuentemente a decirle que si no tomaba un par de tazas de café por la mañana no despertaba, que su aroma exquisito me animaba a salir al encuentro de un día más, que saborearlo en mi boca era todo un gran placer y sentir que calentaba mi cuerpo me hacía sentir viva, al final le dije me encanta el café, es un vicio exquisito y a ti le pregunte, pues a mí no me gusta pero quise acompañarte, por eso pedí el expreso un par de tragos amargos y se termina, gracias le conteste y empezamos a conversar como grandes amigas, le conté que mi papá se murió cuando yo era chica, ella me contó que su papá desapareció desde el momento que su mamá quedo embarazada. Empezamos hablar de Silvio y Aute, luego nos pasamos a Zoe y tarareamos transfusión de magia pura para el corazón rime de miel para corregir la tristeza y quien es tu escritor favorito me pregunto y le conteste Carlos Ruiz Safón, y le dio risa Safón de safado, pues no lo se le contesto pero si cita una frase que me gusta mucho, cuéntame cual es y le conteste sabe el loco que está loco o los locos son los demás y empezamos a reír, pues yo lo único que sé es que yo si estoy loca, salud por eso expresamos al mismo tiempo y levantamos nuestras tazas y a ti quien te gusta le pregunte a mi Mario Benedetti y empezó  No te rindas, aun estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre y retomar el vuelo y las dos nos quedamos pensado, ninguna cuestiono nada fue un silencio total, nuestras miradas se perdieron en la nada y empezamos a marchitarnos lentamente en nuestros lamentos y un señor mayor se nos acercó y nos dijo a mí también me gusta Benedetti Bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar el vuelo. Le regalamos una sonrisa al señor y se marchó. Mía dijo yo emprenderé mi vuelo, gracias por las galleticas, el café y la plática, aún queda mucho por andar en este duelo. Nos abrazamos como grandes amigas y las dos dijimos  ¡Hasta luego!


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