Treinta minutos
Treinta minutos, treinta minutos para escribir, para describir, lo que no se puede describir, ni decir, solo se puede sentir.
Treinta minutos para confesar que mi vida se hablando cuando fui madre, con ellos aprendí que las caricias, los abrazos y los besos son buenos.
Treinta minutos pare decir que confió en muy pocas personas, que la vida, es eso vida.
Treinta minutos para escribir, lo que quisiera demostrar, pero que se encuentra dentro de mi,
en un lugar especial, que lo cuida y lo protege.
Treinta minutos para comentar que a veces me dan ganas de desaparecer por un momento y olvidar quien soy, treinta minutos serían suficientes para olvidar quien soy.
Treinta minutos que mis dedos están en el teclado, mi cabeza maquinando sentimientos y la música hermosa compañía para la eternidad.
Treinta minutos para sentir el silencio, para compartir con la esencia que se encuentra en mi, para encontrar lo perdido y comprender lo sucedido.
Treinta minutos, treinta minutos que quisiera compartir, compartir y mucho más.
Treinta minutos para estar pendiente de como pasan los minutos en el reloj, al final es tiempo, tiempo que transcurre al paso que se quiera sentir.
Treinta minutos en los cuales solo veo sombras pasar, no me doy cuenta quienes son, estoy concentrada en mis treinta minutos.
Uhmmm ahora solo quedan quince, escribo desordenado, por que? porque solo tengo ganas de escribir, por nada más, el celular interfiere en mis quince minutos ahora, suenan para ofrecer tarjetas de crédito desde antes de la semana santa, son perseverantes, no se dan por vencidos.
Así debe de ser la vida una perseverancia constante, no darse por vencido, seguir para adelante y voltear a ver lo bueno y aprender de lo malo, no se puede borrar nada de la vida, si lo borro ya no sería mi vida, ya no sería yo,porque por esa vida, me mantengo aún en este lado, al otro lado no se que hay y por el momento no deseo averiguar que hay.
Mis pequeños, ya no tan pequeños terremotos, son mi timón, mi motor y mi freno de mano, en irónico en lugar de yo guiar y enseñarles a vivir, ellos me guían y me enseñan a vivir, a darle valor a la mujer que les dio la vida, son mi tesoro, mis ángeles que la vida me regalo, no se si los merecía, si se que están prestados y que tienen la libertad de hacer lo que deseen.
Ese es un punto interesante la libertad, el sentirse encerrado, sin que uno forme su carácter, ni pueda elegir los que desea, eso conlleva a la rebeldía y eso yo lo conozco muy bien.
Nueve minutos solo eso queda, nueve minutos de mis treinta minutos, que más puedo escribir, que estoy feliz, un poco delgada nuevamente, pero fortalecida, llena de mi, no me siento sola, estoy conmigo, con mis recuerdos pasados, que están presentes, con el teclado y la música que me acompaña.
Siete minutos para contar que tengo una familia que me apoya en todo y que yo soy la diferente en la familia, que aburrido ser igual, yo me distingo con los plus y dolores de cabeza que le he causado muchas veces a mi mamá, no lo escribo con orgullo, solo lo cuento porque así ha sido.
Seis minutos, seis minutos para escribir algo más tranquilo, más sereno, más... más, a veces solo miramos a las personas, pero no conocemos lo que existe en su interior, una sonrisa, una sonrisa no cuesta nada y vale mucho. Un día fui a la gasolinera a la cual suelo pasar y siempre me atiende el mismo joven, un día llegue llorando y el se dio cuenta, me hablo con serenidad y trato de sacarme un par de risas, de risas con lágrimas, ahora cada vez que paso con él siempre me pregunta como estoy, si estoy bien y yo de igual manera le pregunto como va su día, y a pesar de que me hizo sonreír cuando estaba llorando, a pesar que siempre que paso a la gasolinera como el me lo dijo, yo siempre la atenderé bien, a pesar de que siempre nos preguntamos como estamos, no conozco su nombre, solo se que es una persona que con mis lágrimas recorriendo mis mejias me hizo reír ahora siempre conversamos.
Un minuto de los treinta minutos, solo puedo escribir que creo en el amor y seguiré creyendo que existe, que lo siento y lo llevo dentro de mi.
Finalizo mis treinta minutos, hasta la próxima!
Treinta minutos para confesar que mi vida se hablando cuando fui madre, con ellos aprendí que las caricias, los abrazos y los besos son buenos.
Treinta minutos pare decir que confió en muy pocas personas, que la vida, es eso vida.
Treinta minutos para escribir, lo que quisiera demostrar, pero que se encuentra dentro de mi,
en un lugar especial, que lo cuida y lo protege.
Treinta minutos para comentar que a veces me dan ganas de desaparecer por un momento y olvidar quien soy, treinta minutos serían suficientes para olvidar quien soy.
Treinta minutos que mis dedos están en el teclado, mi cabeza maquinando sentimientos y la música hermosa compañía para la eternidad.
Treinta minutos para sentir el silencio, para compartir con la esencia que se encuentra en mi, para encontrar lo perdido y comprender lo sucedido.
Treinta minutos, treinta minutos que quisiera compartir, compartir y mucho más.
Treinta minutos para estar pendiente de como pasan los minutos en el reloj, al final es tiempo, tiempo que transcurre al paso que se quiera sentir.
Treinta minutos en los cuales solo veo sombras pasar, no me doy cuenta quienes son, estoy concentrada en mis treinta minutos.
Uhmmm ahora solo quedan quince, escribo desordenado, por que? porque solo tengo ganas de escribir, por nada más, el celular interfiere en mis quince minutos ahora, suenan para ofrecer tarjetas de crédito desde antes de la semana santa, son perseverantes, no se dan por vencidos.
Así debe de ser la vida una perseverancia constante, no darse por vencido, seguir para adelante y voltear a ver lo bueno y aprender de lo malo, no se puede borrar nada de la vida, si lo borro ya no sería mi vida, ya no sería yo,porque por esa vida, me mantengo aún en este lado, al otro lado no se que hay y por el momento no deseo averiguar que hay.
Mis pequeños, ya no tan pequeños terremotos, son mi timón, mi motor y mi freno de mano, en irónico en lugar de yo guiar y enseñarles a vivir, ellos me guían y me enseñan a vivir, a darle valor a la mujer que les dio la vida, son mi tesoro, mis ángeles que la vida me regalo, no se si los merecía, si se que están prestados y que tienen la libertad de hacer lo que deseen.
Ese es un punto interesante la libertad, el sentirse encerrado, sin que uno forme su carácter, ni pueda elegir los que desea, eso conlleva a la rebeldía y eso yo lo conozco muy bien.
Nueve minutos solo eso queda, nueve minutos de mis treinta minutos, que más puedo escribir, que estoy feliz, un poco delgada nuevamente, pero fortalecida, llena de mi, no me siento sola, estoy conmigo, con mis recuerdos pasados, que están presentes, con el teclado y la música que me acompaña.
Siete minutos para contar que tengo una familia que me apoya en todo y que yo soy la diferente en la familia, que aburrido ser igual, yo me distingo con los plus y dolores de cabeza que le he causado muchas veces a mi mamá, no lo escribo con orgullo, solo lo cuento porque así ha sido.
Seis minutos, seis minutos para escribir algo más tranquilo, más sereno, más... más, a veces solo miramos a las personas, pero no conocemos lo que existe en su interior, una sonrisa, una sonrisa no cuesta nada y vale mucho. Un día fui a la gasolinera a la cual suelo pasar y siempre me atiende el mismo joven, un día llegue llorando y el se dio cuenta, me hablo con serenidad y trato de sacarme un par de risas, de risas con lágrimas, ahora cada vez que paso con él siempre me pregunta como estoy, si estoy bien y yo de igual manera le pregunto como va su día, y a pesar de que me hizo sonreír cuando estaba llorando, a pesar que siempre que paso a la gasolinera como el me lo dijo, yo siempre la atenderé bien, a pesar de que siempre nos preguntamos como estamos, no conozco su nombre, solo se que es una persona que con mis lágrimas recorriendo mis mejias me hizo reír ahora siempre conversamos.
Un minuto de los treinta minutos, solo puedo escribir que creo en el amor y seguiré creyendo que existe, que lo siento y lo llevo dentro de mi.
Finalizo mis treinta minutos, hasta la próxima!
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